Crítica de 'Sin tiempo para morir': la última misión de James Bond

En esta película, se cierra con broche de oro la era de Daniel Craig como James Bond. Escribo sobre ella un breve análisis argumental con spoilers.


Sin tiempo para morir



Hace unos años, en medio de un coloquio sobre la saga de películas de James Bond, un colega hizo una pregunta que de alguna forma me hizo reflexionar: ¿Cuál es el valor agregado de las películas de James Bond protagonizadas por Daniel Craig en el cine de acción? La respuesta parecería demasiado simple, pero no lo es. Antes de Craig los espías de 007 estaban construidos con el mismo material de plástico de las figuras de acción. Pero desde que Craig se puso el traje en el reinicio de la franquicia que supuso Casino Royale, renovó la licencia para matar del personaje creado por Fleming de una manera que aterrizaba en el suelo al estereotipo del héroe de acción más famoso al servicio secreto de su majestad sin estar bajo la sombra de los antecesores, y, por así decirlo, lo humanizó al interpretarlo con un estilo más serio, oscuro, arrogante, vulnerable, impulsivo, carismático, creíble y, sobre todo, tan peligroso como una Walther PPK, como si fuera la versión actualizada de aquel Bond de Dalton que mucha gente rechazó a finales de los 80. Cada de una de sus películas giran en torno a temas como la venganza, el amor, la traición, el deber y los secretos familiares, algo que, si no me equivoco, introdujo un componente que ha servido como aditivo para reinventar la fórmula de James Bond.

La película Sin tiempo para morir, estrenada recientemente en la salas de cine tras posponerse muchas veces por la pandemia del COVID-19, recoge algunos de esos tópicos mencionados y los magnifica para cerrar, de una manera espléndida y sorpresiva, el ciclo nuevo de James Bond que inició hace 15 años cuando nadie estaba preparado para los cambios del personaje. Para rematar, la veo el día 5 octubre; la fecha en la que los fieles feligreses de la iglesia de Fleming celebran el día mundial de James Bond. La extraña coincidencia no me impide disfrutarla. Como thriller de acción y aventuras tiene momentos que a veces se extienden más de lo necesario por el metraje de casi tres horas, pero el director Cary Fukunaga, el primer cineasta estadounidense en dirigir una cinta del canon oficial de Bond, la dirige con un pulso que avanza como la adrenalina por el torrente sanguíneo y hace que la misión final de Craig como James Bond sea tan emocionante como trágica cuando este transita, así como ya lo había intentado Mendes con Skyfall, por los terrenos más insospechados que agudizan las dimensiones del personaje y entierra de una vez por todas algunas de las viejas prácticas que imperaban en la franquicia.


Rami Malek como Safin



Esto se evidencia justo después de la popular secuencia del cañón en la que Bond le dispara a la cámara que asume el punto de vista del atacante y, en esta ocasión, en lugar del chorro de sangre, se funde a un blanco que evoca el deceso. Una breve escena retrospectiva, situada muchísimos años antes de que Bond sea un agente 00, presenta a Madeleine Swann (Léa Seydoux) como una niña que vive en una residencia en una región helada y observa cómo su madre es asesinada por un sujeto con una máscara Noh llamado Lyutsifer Safin (Rami Malek). Madeleine toma la pistola de su madre y le dispara varias veces al matón, pero este se recobra y la sigue hasta un lago congelado donde ella se cae al agua y, como acto de benevolencia, le salva la vida. La secuencia establece el vínculo entre Safin y Swann.

En el tiempo presente, tras el final feliz de la mediana Spectre, la trama arranca mostrando los días de pasión entre Swann y Bond y una emboscada planificada por los asesinos de SPECTRE que aprovechan la visita de Bond a la tumba de Vesper Lynd. Montado en el Aston Martin DB5 y sus gadgets, Bond acaba a tiro limpio con los enemigos en medio de una tensa persecución por las calles de Matera, Italia, pero luego atraviesa la disputa matrimonial cuando acusa a Swann de haberlo traicionado revelando su ubicación a SPECTRE y se distancia de ella en la estación del metro mientras Swann solloza y se acaricia el vientre que anuncia su embarazo. La secuencia del título generada por ordenador, acompañada del conmovedor tema musical “No Time to Die” de Billie Eilish, evoca la tragedia que se avecina tras esa eventualidad. El detonante inicia cinco años después, cuando el científico del MI6, Valdo Obruchev (David Dencik), es secuestrado en un laboratorio por los miembros de SPECTRE liderados por el siniestro henchman Primo (Dali Benssalah) para adquirir la tecnología del proyecto Heracles, unos nanobots que están codificados según el código genético del individuo específico y se propagan al mínimo contacto con la piel como si fuera un virus letal codificado para atacar las cadenas de ADN.


Daniel Craig como James Bond. Fotograma de EON Productions.



La película emplea de forma convencional la fórmula Bond que está en todas las entregas cuando el agente con el tuxedo caro recorre locaciones exóticas mientras realiza una misión tomándose un vodka Martini junto a chicas hermosas, termina con los enemigos en tiroteos y persecuciones por las calles de ciudades famosas y enfrenta con sus gadgets a un villano megalómano que quiere dominar el mundo con un plan maestro. En los tres actos la estructura se mantiene consistente entre la acción desenfrenada y los descansos pautados, a pesar de que la rutina se repite constantemente. Sin embargo, nuevamente introduce ligeros cambios a lo largo de la trama que caen como una sorpresa y subvierten algunas de las materias conocidas, primero, en la motivación de James a la hora de finalizar la tarea y los obstáculos; segundo, en los giros imprevistos que como cualquier thriller de espionaje son ocasionados por las traiciones y los agentes dobles; y tercero, en las acciones de las chicas Bond que ya no son sexualizadas ni cosificadas como objetos del deseo gracias a la pluma Phoebe Waller-Bridge que introdujo algunas modificaciones de último minuto en el guion.


Daniel Craig y Ana de Armas. Imagen de MGM.



Para empezar, el comandante Bond es un agente retirado que no tiene la más mínima intención de regresar a los servicios de inteligencia porque quiere omitir el pasado con Swann y vive sus días anclado en el anonimato en una casa en Port Antonio, Jamaica, donde incluso llega a rechazar la oferta de su amigo Felix Leiter (Jeffrey Wright) y otro agente norteamericano conocido como Logan Ash (Billy Magnussen) para hallar al científico loco de SPECTRE en Cuba. El motivo por el que Bond retorna aceptando el encargo de Leiter es porque Nomi (Lashana Lynch), la nueva agente que lo ha reemplazado en la posición de 007, le relata lo que puede ser el Proyecto Heracles si cae en manos equivocadas.

Bond, motivado por la ética y el llamado del deber, vuela hasta Cuba y ejecuta la misión al lado de la bella Paloma (Ana de Armas), una peligrosa y carismática espía de la CIA. Pero aquí comienzan los giros inesperados. Nomi ve a Bond como una especie de competencia, a modo de alivio cómico. En la secuencia en la fiesta de la reunión de SPECTRE, un sorprendido Bond mira cómo los nanobots reprogramados por Obruchev asesinan a todos los miembros restantes de SPECTRE para desconcierto de Blofled (Christoph Waltz), que mira desde la cárcel a través del ojo biónico de Primo. Paloma, la chica Bond, simplemente cumple el trabajo y se despide Bond. Y luego, cuando Bond lleva a Obruchev al navío de Leiter, se entera de que Ash es un agente doble cuando este intercambia golpetazos con él, le dispara a Leiter y recupera a Obruchev, dejándolo a ambos encerrados en el barco, aunque Bond le dice adiós al compañero moribundo y huye antes del hundimiento. Estos golpes de efecto sacan a la luz que tanto Obruchev como Ash en realidad trabajan para Safin.


Ralph Fiennes y Daniel Craig. Fotograma de MGM.



En su última misión, Craig todavía demuestra que tiene la pericia física necesaria para realizar escenas de riesgo que sean creíbles, además de que su personaje alcanza una cuota emocional considerable. Sigue siendo duro y temerario, pero menos mujeriego y más autocontrolado. Es un hombre que, como en las películas anteriores, tiene una falta de confianza y un sufrimiento interno producido, en efecto, por los seres queridos que ha perdido en sus brazos. Y tiene una química muy natural con Seydoux, cuya presencia ahora tiene un mayor desarrollo, pues ella es una mujer que, al igual que este, también comparte el dolor de perder alguien y la necesidad de refugiarse en el amor para olvidarlo. Esta vez interpreta a un James Bond herido que busca reparar los nudos rotos y arreglarse con Swann que es, notablemente, la mujer que ama y no puede olvidar. Su personaje comprende esto cuando regresa a los cuarteles del MI6 con el fin de interrogar a Blofeld en la prisión de máxima seguridad donde, para su asombro, descubre que Madeleine por órdenes de M (Ralph Fiennes) trabaja como psiquiatra de Blofeld, y sostiene una discusión con ella a fin de obtener información sobre los planes de Safin, aunque ella luego abandona la celda bastante disgustada. En la escena, cuando Blofeld le comenta que arregló la trampa en la tumba de Vesper para que pareciera como si Madeleine lo había delatado, Bond ahorca a su archienemigo y mira cómo se muere porque, sin haberse dado cuenta, al entrar en contacto previamente con Madeleine se infectó a sí mismo con los nanobots programados para matar a Blofeld.


Lea Seydoux como Madeleine. Foto de MGM.



Asimismo su Bond cambia radicalmente cuando se traslada hasta Noruega para reconciliarse con Madeleine, en donde conoce que ella tiene una hija de cinco años llamada Mathilde (Madeleine alega que no es de él, pero todos sabemos que sí). El encuentro familiar le añade otra capa de textura al personaje de Bond, sobre todo porque, por primera vez, se despierta el instinto paternal que lo obliga a no tener tiempo para morir y defender a sus seres queridos a costa de lo que sea es durante su misión principal.

En la contraparte, Rami Malek interpreta a Safin como el típico antagonista de Bond que es despiadado y sádico y desea conquistar el mundo para satisfacer sus delirios personales, pero a diferencia de los otros villanos es especialmente complejo por la manera en que parece estar a un paso por delante de todo. Hasta ahora es el único supervillano que verdaderamente se mete bajo la piel de Bond, como dijo Broccoli. Por su cojera, el rostro desfigurado por el maquillaje, su elocuencia calculada, la amoralidad, el nivel de inteligencia y la carencia de empatía, uno pensaría que se trata de una actualización del Dr. No, pero tengo la sensación de que es más bien el hijo del hombre que pudo ser el Dr. No en el universo de Bond de Craig y que quiere vengar la muerte de su padre. Esto se refleja por el odio visceral que Safin le tiene a SPECTRE y la manera en que elabora en un plan para ultimar a todos su miembros, incluyendo a Blofeld, al que asesina a través de Bond tras haber chantajeado a Madeleine para que se infecte con unos nanobots diseñados para su ejecución.


Rami Malek como Safin. Fotograma de MGM.



Al igual que Bond, Safin anhela eviscerar a SPECTRE por las pérdidas del pasado. La razón por la que su personaje quiere vengarse es porque cuando era un niño, el Sr. White fue enviado por Blofeld para asesinar a su padre (probablemente el Dr. No) y a toda su familia como castigo, y él fue el único sobreviviente (se presume que White lo dejó vivo y por eso más tarde este le pagó perdonando a Madeleine), quedando afectado física y psicológicamente por el hecho. Como hombre de poder y líder de una organización terrorista se roba una tecnología, no solo para vengarse de SPECTRE, sino también para crear una nueva orden mundial por medio del genocidio: los nanobots que transforman a las personas en armas.

Sin tiempo para morir es, por lo tanto, una película de Bond que habla sobre la venganza, el arrepentimiento, la traición, el deber y los sacrificios personales, pero sobre todo habla de la familia y las relaciones cercanas. El significado de los lazos familiares es lo que fuerza a Bond en el tercer acto a recuperar a la esposa y a la hija que son raptadas por el supervillano en una isla remota en Japón.
 
La secuencia de infiltración, que corre al ritmo de una bala con los tiroteos y los combates cuerpo a cuerpo, tiene una tensión bastante elevada cuando muestra a Nomi y a Bond (que ha recuperado su estatus de 007) abriéndose paso en una guarida subterránea adornada de luces de neón, ácido y jardines decorados por mercenarios y granjeros toxicólogos. Adentro de la base, el dúo se entera de que el endiosado Safin planea usar los nanobots como arma biológica contra millones de personas en el planeta para poder erradicar a la humanidad.


Lashana Lynch como Nomi. Fotograma de MGM.



La misión consiste en destruir la producción de nanobots en la instalación y proteger a Madeleine y Mathilde. Por una parte, Nomi mata a Obruchev y unos cuantos soldados para ganar tiempo. Y, por la otra, Bond ajusticia unos de guardias de Safin y rescata a Madeleine y Mathilde, aunque Safin escapa. Como M ordena lanzar misiles en la isla para exterminar el complejo por razones diplomáticas, Nomi se lleva a Madeleine y Mathilde a un bote, mientras Bond se queda para abrir las compuertas que permitirían que los misiles lanzados destruyan el interior del búnker. En el enfrentamiento en la torre, Bond aniquila a Primo (que también es un secuaz de Safin) y al resto de los soldados. Con los silos abiertos, Bond se dispone a escapar para completar la misión explotando lo que queda de la granja de nanobots, pero Q (Ben Whishaw) le dice que alguien ha vuelto cerrarlos. Se trata de Safin, quien se ha devuelto para reclamar su cueva.

Pero un giro nunca antes visto en la franquicia sucede en el jardín venenoso. Safin, como si estuviera poseído por Lucifer, tirotea numerosas veces a Bond, lo hiere de gravedad y lo infecta con unos nanobots programados con el código genético de Madeleine y su hija, convirtiéndose en el único adversario en la historia de Bond que coloca a James en una encrucijada moral y lo fuerza a que se suicide, condenando para siempre al mítico héroe que era invulnerable. Bond, tras dispararle a Safin, finalmente abre los portones, pero se da cuenta de que no puede huir porque si lo hace mataría a Madeleine y a Mathilde con el menor contacto, por lo que decide sacrificarse como el héroe y padre orgulloso que es. En la emotiva despedida en primer plano, Bond utiliza la radio para despedirse de su esposa, de su hija y, en cierta medida, de nosotros los espectadores, casi rompiendo la cuarta pared mientras sus ojos se llenan de lágrimas y muere mientras los misiles caen sobre la isla.


Daniel Craig como James Bond



A mí particularmente esa tragedia no me emociona hasta el tope, principalmente porque de alguna manera lo anticipaba (el uso de la elipsis predice la muerte de Bond en muchísimos planos), pero reconozco que logra entretenerme durante casi tres horas que pasan volando con la acción trepidante que se encuadra con imágenes de hermosa factura visual producidas por la lente de Linus Sandgren y con una banda sonora de infarto de Hans Zimmer. Sus personajes tienen suficiente simbiosis, y es bastante interesante la forma en que retrata a mujeres fuertes para desmontar el sexismo de las predecesoras y responder a las modas feministas actuales al poner a Bond a cumplir la misión al lado de mujeres intrépidas. Fukunaga quita y agrega elementos de la fórmula, preservando el tono de humor clásico y la espectacularidad para que la última misión de James Bond permanezca en el imaginario colectivo durante muchos años por venir. No sé para nada quién será el actor afortunado que encarne al próximo 007, pero le deseo suerte porque, a decir verdad, Daniel Craig ha transformado el personaje de una forma nunca antes vista que, supongo, será muy difícil de superar. Esta película es solo la sentencia final de su legado como James Bond, posiblemente el mejor de todos los que se han puesto el esmoquin.


Ficha técnica
Título original: No Time to Die
Año: 2021
Duración: 2 hr 43 min
País: Reino Unido
Director: Cary Fukunaga
Guión: Neal Purvis, Robert Wade, Cary Joji Fukunaga, Phoebe Waller-Bridge
Música:  Hans Zimmer
Fotografía: Linus Sandgren
Reparto: Daniel Craig, Rami Malek, Léa Seydoux, Lashana Lynch, Ralph Fiennes, Naomie Harris, Ana de Armas, Christoph Waltz, Ben Whishaw, Jeffrey Wright,
Calificación: 7/10





Crítica de la película 'Sin tiempo para morir', dirigida por Cary Fukunaga y protagonizada por Daniel Craig y Léa Seydoux.

2 comentarios:

  1. Hay algo que no entiendo. A la mitad de la película se dice que han cambiado los nanobots y ahora además de a los objetivos también matan a los que están emparentados genéticamente. Si Bond es realmente el padre de Mathilda, debería haber muerto al instante, porque comparte con ella el 50% de su material genético

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    1. Los nanobots han sido reprogramados por Obruchev por órdenes de Safin para acabar con los líderes mundiales y los miembros de SPECTRE, limpiando así el camino para su nueva orden mundial. También son reprogramados por Safin a última hora con el código genético de Mathilde y Madeleine (sustraído durante su secuestro) para vengarse de Bond por haber destruido su producción. Al final Bond tiene también en su cuerpo los nanobots preparados para matar a Mathilde y Madeleine con solo tocarlas, por eso se niega a escapar de la isla.

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