Luego de unos cuantos años sin escudriñar el cine de la Nouvelle vague, me acerco a consumir durante hora y media las escenas que ofrece El soldadito, la segunda película de Jean-Luc Godard estrenada poco después de Sin aliento (1960) y que, asimismo, estuvo prohibida por la censura de las autoridades francesas hasta que acabó la guerra de Independencia de Argelia, además de mostrar la primera colaboración del director con su musa Anna Karina. El rato que paso con ella me invita a razonar lo suficiente como para saber que es una de sus obras menores, pero no por ello deja de ser interesante. Con su singular estética, Godard entrega aquí un thriller político que me resulta atrapante por su trama impredecible y su síntesis discursiva que interroga la eticidad de la acción política. La trama, situada en Ginebra bajo el contexto de la guerra de Argelia en 1958, sigue la existencia de Bruno Forestier, un desertor del ejército francés que se hace pasar por reportero para trabajar a las órdenes de La Main Rouge, una organización terrorista francesa que lo mantiene atrapado entre su lealtad a Francia y su creciente desilusión con las conspiraciones políticas que se resuelven entre tiroteos, secuestros y torturas; mientras se enamora de una misteriosa mujer llamada Verónica Dreyer y se dispone, también, a cumplir la orden de matar a un locutor de radio partidario del FLN (Frente de Liberación Nacional). En términos generales, la narrativa me atrapa cuando construye la psicología del personaje sobre la base de un largo racconto que, a través de la voz en off, justifica su motivación como la de un hombre que rememora las experiencias del pasado. En este sentido, muestra los intentos fallidos de Bruno para asesinar con su pistola antes de ser tildado de traidor; el melodrama de Bruno con Verónica al conocerse en medio de la incertidumbre política; la captura de Bruno por los agentes argelinos. La construcción del personaje se solidifica con la rica poética de los diálogos que funciona para agregar capas de desarrollo a sus motivaciones y, entre otras cosas, las acciones que estructuran el conflicto responden a un abanico de situaciones que se tornan imprevisibles. Las monólogos de Bruno, acomodados por un registro dialógico que oscila entre lo filosófico y lo cotidiano, no solo le añaden una dimensión existencial a ciertas escenas, sino, más bien, complementan la estructura narrativa con sustancia. Hay soliloquios, romance, intriga política y una larga escena de tortura. El dilema del personaje es utilizado por Godard para arrojar un comentario sociopolítico algo ambiguo sobre la alienación y la lucha interna del individuo frente a sistemas opresivos de poder, entendido como la decepción de un soldado que se halla acorralado por la retórica militante de radicales fascistas de derecha y revolucionarios maoístas de izquierda, donde el sujeto apolítico pierde su libertad individual cuando es manipulado por un sistema opresor que necesariamente lo obliga a decidirse por un campo de la acción política (casi como una respuesta de Godard al gobierno gaullista y a los izquierdistas franceses de su época). A modo subtextual, Godard también examina la la propaganda, la moralidad de la guerra y la ontología de la imagen. Sin embargo, lejos de los sermones políticos lo más importante, quizás, radica en las pericias estéticas que Godard demuestra a través del uso de la elipsis, el plano simbólico, el primer plano, el plano-contraplano, el fuera de campo, el sonido diegético, el sobreencuadre, el reencuadre, el montaje sincopado y el encuadre móvil de una cámara en mano de Raoul Coutard que capta con elegancia las atmósferas de los espacios urbanos de día y de noche. Godard también permite cierta química entre Michel Subor y Karina en sus respectivos papeles. Estos elementos, en última instancia, ponen en evidencia el talento temprano de la estética rupturista de Godard y, dicho sea de paso, reflejan lo que era capaz de hacer para dialogar con la imagen.
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Título original: The Little Soldier (Le petite soldat)
Duración: 1 hr. 28 min.
País: Francia
Director: Jean-Luc Godard
Guion: Jean-Luc Godard
Fotografía: Raoul Coutard
Reparto: Michel Subor, Anna Karina, Henri-Jacques Huet, Laszlo Szabo